Resonar amablemente es la práctica que nos permite aprender a hacer sonar nuestro cuerpo de una forma amable. Cuando nos liberamos de la exigencia expresiva nuestra expresión se vuelve libre y la práctica da espacio al amor. Podemos explorar la tensión mínima necesaria para sonar, sentir desde que espacios nos sienta mejor la sonoridad, o reposar en una frecuencia que sintamos particularmente armónica en este momento. Resonar amablemente también puede ser un espacio en el que sonar feo, y explorar que ocurre cuando me permito emitir todo tipo de sonidos sin juzgarlos ni juzgarme. Es un espacio en el que transformar mi relación con la expresión.

¿Resonamos?